Nombre propio
Una
de las palabras fundamentales para la alfabetización es el nombre propio, ya
que no hay ninguna otra palabra que pueda remplazar a ésa porque es una
ampliación de la propia identidad el saber que el nombre se realiza por
escrito. Es un momento muy peculiar del desarrollo, no sólo cognitivo sino
emocional del niño.
Es
una fuente de información que luego irá generalizando a otras escrituras y
ofrece un gran repertorio de letras convencionales, que luego podrá comparar,
diferenciar, clasificar, etc.
El
propósito central al momento de trabajar el nombre propio será la iniciación en
la lectura y escritura a través de un texto significativo que garantice:
Cumplir
una función designativa (etiquetar, nombrar, designar...).
Formar
parte de un campo semántico definido (nombres de compañeros, de juguetes, de
animales, de cosas que se trabajan en el aula, etc.) cuya enumeración resulte
útil para algo.
Antes de que el niño comprenda por qué ésas y
no otras son las letras de su nombre, ni por qué el orden de esas letras es ése
y no otro, su nombre escrito puede darle información pertinente y valiosa. Le indica que no cualquier conjunto de letras
sirve para cualquier nombre; que el orden
de las letras no es aleatorio; le ayuda a comprender que el comienzo del nombre
escrito tiene algo que ver con el comienzo del nombre cuando lo dice. Es
importante preguntarles como inician, terminan, que otras palabras conocen que
inicien con la letra de su nombre.
No
se debe evitar el "error" (como lo hubiera sido facilitar la tarea a
través del empleo de algún índice en el cartel), se debe aceptar su aparición
y trabajarse para su superación.
En las actividades con el nombre propio se
procura también establecer comparaciones entre ellos. Por ejemplo: nombres
largos o cortos, nombres que comienzan o finalizan igual, nombres y sobrenombres, nombres simples o compuestos,
otras palabras que comiencen o terminen como un nombre determinado, etcétera.
Es
importante cuestionar constantemente a los niños al momento de leer y escribir,
para que puedan reflexionar acerca de la
direccionalidad del sistema de escritura,
segmentación, comprensión lectora.
Si
desde los primeros años se desarrolla y
motiva hacia la alfabetización, utilizando las experiencias previas del hogar, aseguramos
que los niños en los grados posteriores y en su vida cotidiana, continúen avanzando en su proceso,
reflexionando cada vez más en el sistema de escritura, comunicándose de manera
eficaz.
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